¡Ash! ¡Titularse es para nacos!

Voy para los siete meses de dedicarle significativas partes de mis semanas a un diplomado para titulación en ilustración, impartido por Gerardo Suzán, ilustradorsazo cuyo trabajo hemos visto, sin reconocerlo, toda nuestra vida, maestro de los que deveras enseñan, y gran tipazo en general: pero involuntario engrane de la sucia maquinaria burocrática de titulación que infesta la UNAM, y, no lo dudo, cualquier universidad en el mundo. Pero en particular la UNAM.

Al final de Octubre debo entregar una tesina reglamentaria que significa un auténtico tsunami de trabajo no remunerado, justo cuando mi cliente, en mi trabajo mal remunerado, está a punto de cerrar el año y me exige devoción en cuerpo y alma de aquí al final de Octubre. Por qué no.

Me encontraba en este estado mental armonioso y apacible cuando abrí un correo en donde se lee lo siguiente, y del que no puedo dejar de comentar:

Hola!
Rosa Marquez me pidió de favor que les avise que nos van a entregar nuestra carta de NO adeudo de libros, hay que recogerla en la ENAP el Viernes 05 de octubre a las 10:00 a.m. en el Dto. de Titulación con la Lic. Yeraldin Ruíz.

Es SUPER ULTRA IMPORTANTE que no falten, porque la carta tiene una vigencia de 72 hrs.

¿"Carta de NO adeudo de libros"? En cinco años de carrera, nunca saqué un libro de esa biblioteca porque NUNCA tenían el que necesitaba, y porque si lo tenían era más sencillo ahorrar para comprarlo en Gandhi que entregar las trece formas fiucsa, parado de cabeza y preparando un martini de sabor propositivo pero a la vez estilo Luis XVI firmado en CU, que se requerían para llevártelo un fin de semana enterotote a tu casa y descubrir que le faltaban las hojas que necesitabas, o que algún degenerado había sutilmente subrayado con plumón permanente negro todo lo que en su mente perversa era lo más importante de la lectura (generalmente el capítulo entero).

¿"Hay que recogerla en la ENAP el Viernes 05 de octubre a las 10:00 a.m."? La ENAP está en Tepepan. Tepepan no se ve desde el WTC, lo comprobé el otro día. En Tepepan encontraron un hombre prehistórico, el hombre de Tepepan, seguramente el bisabuelo listo de alguno de los teporochos beodos que viven debajo de coches en estado avanzado de descomposición afuera del terreno de la ENAP. En la ENAP los vecinos cultos y refinados de la periferia van a botar a los perritos que ay, no les caben en la casa. En la ENAP el estudiantado y el cuerpo de intendencia culto y refinado avientan perros callejeros desde el segundo piso y se echan a correr. En la ENAP se posan parvadas de loros exóticos provenientes de las selvas, que no se han enterado que el hombre les arruinó el nicho ecológico y edificó tonterías y taquerías, esas sí, de gran sazón.

¿"En el Dto. de Titulación con la Lic. Yeraldin Ruíz"?

Licenciada.
YERALDIN.*
Ruíz.
*Pero en la página de Titulancia de la ENAP aparece como Geraldine Ruíz. Perdón, Lic., es usted víctima de una mala transcripción fonética.

¿"Es SUPER ULTRA IMPORTANTE que no falten, porque la carta tiene una vigencia de 72 hrs."?

Yo no soy un experto ni nada en días de la semana, pero mi ojo aficionado sospecha que esas 72 horas caerán en fin de semana. Pero como de eso yo ni sé, mejor me limito a preguntarme por qué un papelito tiene menos vigencia que la leche deslactosada, y qué razonamiento metafísico lleva a la UNAM a creer que gente que, por requisito primordial para estar en un diplomado de titulación es egresada sin derecho a sacar libros del plantel, va a sacar un libro de una biblioteca que no tiene nada, que queda lejísimos, y que era atendida por un señor que solía vestir solamente un overol de trabajo, y al que si te descuidabas le mirabas las chichis desnudas.

Sólo resta concluir: Be cool, stay out of school.

¡Próximamente a la venta, el tomo uno de Mi único error eres tú, recopilación de las mejores historias de agravios sufridos por los estudiantes de la UNAM, con apéndice especial de violaciones y homicidios nunca satisfactoriamente aclarados!

Bonus carcajadas a mis costillas, cortesía de la querida Vampi:

¿Pero cómo supo el pinchi programita de nuestro pelo en pecho?