Hay veces en que un hombre necesita ser un pendejo

Esta semana cumplí uno de los grandes anhelos de mi vida, y vi la trilogía extendida del Señor de los Anillos, que es tan buena y adictiva que debería ser ilegal por fomentar la gordura y la vagancia.

Kora comentó que había visto en el Making of que todas las mallas usadas por orcos, elfos, humanos y enanos habían sido entrelazadas a mano por lo que ella definió como dos pobres pendejos.

Yo, que en la mañana había terminado de picar el papel con los personajes de las caricaturas de Once Niños para la ofrenda que se puso en el set, y que todavía tenía las manos arañadas por doblar 3 millones y medio de ramas para hacer un nido de águila real que se utilizó durante la semana de aves, le dije ay, no son tan pendejos.

Al final se llegó al consenso de que sí eran un par de pendejos. Pero la nuestra es una civilización que es grande gracias al sudor de muchísimos pendejos, por lo cual me siento orgulloso de pertenecer al reino de lo pendejo.

Este es el pendejo que es el personaje principal del cuento Exilio, de Edmond Hamilton; cuento que no le recomiendo a nadie y que está muy soso y muy pendejo.