Cómo Oaxaca me peló los dientes

¿Qué dijeron, Mario Flores no viajó en Semana Santa y se quedó haciendo sus posts chaquetones de MicroMéxico? Pues sí que viajé, y me fui con Daniela, Greñas, La China y El Feto a Mazunte, Oaxaca. Hicimos quince horas de ida y doce de venida, no empedamos ni un sólo día, nos acostamos a medianoche los cuatro días, y nos tomamos todo el viaje como una analogía de The Darjeeling Limited: somos unos adultos contemporáneos.

Un viaje excelente, lleno de risas y amor, aún cuando los oaxaqueños nos pelaban los dientes muy cabrón, nos atendían de malas, no nos querían ayudar cuando la batería se nos terminó en Pinotepa, y en general nos deseaban lo peor. Todos los demás dicen que fue porque yo hablaba muy chilango, yo digo que no mamen, wey, ps qué pedo, ni que fuera qué, wey, chiaaa, che banda, weeey.

A continuación, ejemplos de cómo Oaxaca nos pelaba los dientes:

Creo que no me había sentido nunca tan odiado en mi vida. Lo juramos: íbamos en son de paz y nuestro impacto ambiental fue mínimo, nosotros sólo queríamos comprarles refresquitos.

Fuera de eso, la pura felicidad. Las siguientes fotos ilustrarían el post de Alex sobre el viaje.

¡Aguas con pisarlas!

¡Aguas con los ronquidos de Alex!

Mi versión de la portada de las medias de red de Bajofondo y la foto en la que mejor sale Daniela del viaje (jiji)

Momentos de verdadera angustia cuando pensábamos que unos malhechores nos ponían un retén con una cerveza inflable gigante, y nos preguntábamos si nos darían chance de ver si estaba llena o era nomás el importe.

Alex Murillo, el verdadero Cristo de la Semana Santa nos dice adiós, que nos espera pronto.

(Sí. Hoy traigo uuuna hueva...)