Memorias de la humedad

Porque ninguno de mis días está completo sin su pilón emocionante, hoy me descubrí alérgico (o algo) a la humedad. Todo el día mi unidá de trabajo estuvo grogui, vapuleada, disminuida, y pus no nos explicábamos como por qué, hasta que alguien me sugirió que quizá se debía a la humedad. Yo trabajo en un sótano, y hoy llovió todo el día, así que estuvimos bajo el nivel del mar y se nos hizo un microclima de País Bajo que no les quiero contar.

Después recordé que exactamente así me sentía cuando iba a visitar a mi Tía Licha, que en paz descansa después de 98 años de necesitar descansar en paz, quien se distinguía por tener una casa con paredes todas chorreadas por la humedad, y en donde los peces flotaban afuera de su pecera, como tiernos gatitos caseros. Como tiernos gatitos caseros mutantes, diabólicos y contranatura. Malgasté toda mi vida creyéndome alérgico a la vejez (recordemos que ella tenía 75 años cuando yo nací), pero ahora sé que tengo pedos con la humedad. Reflexionando más allá, es probable que mi tía Licha fuera prueba científica de que un ambiente húmedo provoca que el ser humano siempre ande grogui, vapuleado y disminuido pero que se conserve 98 años.

Me parece que el único camino a seguir para comprobar mi teoría es exhumarla y pedir una autopsia para determinar si la causa de su fallecimiento fue una impermeabilización a conciencia que realizó mi tío José Antonio, el gordo de los 10 hijos y 100 nietos.

Oh, Dios Mío, mi tía Licha era la identidad secreta de Aquamán.

Por otra parte, contábale todo esto y más a mi madre cuando, de la nada, ésta me dijo:
-A la mejor hay un muerto. Es el sótano de una casa vieja, ¿no? Deben ser los muertos.
Lo que me recuerda al comentario de Yomero que se puede leer en el blog de Plaqueta, que a su vez puede ser leído en este enlace.

Oh, Dios Mío, el mundo es un pañuelo.

Oh, Dios Mío, un pañuelo pudo secar a mi tía Licha (¿o debería decir... Aquamán?).