30 sep 2004

Villanía magisterial

La víspera debía presentar un examen particularmente difícil de Teoría de la Comunicación. Ampliamente me había preparado para salir airoso del encuentro evaluativo, pero, cual representante mexicano en Juego Olímpico, el tráfico me impidió llegar a tiempo correcto.

La profesora examinadora, una mujer gordina de mediana edad que usa bastón y tiene fama de saberlo usar, usó su temible instrumento ortopédico para impedirme el paso al interior del salón, y pronunció las siguientes palabras:
-A donde, a donde. Si te dejo pasar ahora sólo vas a poder contestar cinco preguntas y son cuarenta. Mañana te lo hago en **** a las ***. Ahora vete, di que te fue bien. Y si regresas, te matamos.-

Así que hoy me presenté a la hora y lugar convenido, en un salón de Diseño Editorial donde el adulto en plenitud con capacidades especiales en cuestión imparte Medios de Comunicación. Me dio mi examen, una masacre de 40 preguntas de duración, al tiempo que añadía:
-Ah, ah. No puedes sacar los textos como pudieron tus compañeritos que sí llegaron a tiempo ayer. Tendrás que hacerlo de memoria. Más todo lo hago por la limpieza de tu alma. Pecador.-

Dicho eso, procedió a impartir una clase de lo más interesante, que trataba de los periódicos y sus consecuencias, con el alumnado diseñador editorial aportaba mucho conocimiento útil. Había tanto ruido distractor. Presentar el examen en una butaca del clásico Chivas-América hubiese sido más deseable.
Para colmo ese día le tocó exponer tema a una chica que previamente había yo observado merodear los pasillos de mi escuela. Una chica cuya presencia tiene en mí un efecto hipnótico, porque tiene la peculiaridad insólita de ser, toda ella, de color verde pipí. Sin desearle ningún daño a ella, ¿no? ni a su familia, ¿verdad?, porque estoy seguro de que es una gran persona, de un gran corazón; pero los hechos son los hechos: Sus ojos son de un decidido color verde pipí; su tez no es morena ni blanca, es verde pipí; su cabello no tiene rayitos amarillos, tiene rayitos verde pipí.
El mío es un extraño caso de enamoramiento negativo. Mi vista viajaba de ella al examen, del examen a ella.

Doy fin ahora a mis gandallas observaciones, que de seguro me ganarán el título de "fijadito" en más de un lector. Pero yo razono: Mi "fijaditez" seguramente ya halló más que justo castigo en el indudable tres que me voy a sacar en el examen.

En cuanto a la maestra: Un dilema. A veces, como en esa clase, es muy buena maestra; a veces, como en ese examen, es muy mala maestra. El tiempo dirá si le prenderé veladoras o si la prenderé con una veladora.
Porque el autor busca el bien en todos los seres que encuentra. Si no lo puede encontrar, les ahorca.

2 comentarios:

Plaqueta dijo...

El que le vende exvotos a mí mamá es bien huevón, y pinta unos que dices: jíjoles, qué huevón. La semana pasada le vendió uno cuyo texto decía, única y exclusivamente: "Mi hijo es azul. Cuídalo Virgen".

El Mareo dijo...

Cuando todo tú eres de un color dominante necesitas toda la ayuda que puedas lograr. Recuérdese el caso de nuestro compañerito de la secundaria Poch, Tamara. Era rojo de pies a cabeza por su circulación deficiente, situación que le va a llevar al infarto, no me cabe la menor duda. O del wey ese que se llamaba Álvaro Michael o algo peor, que del cabello a las suelas era color crema pálido. Si no se ha petatiado aún debe estar considerándolo seriamente.
Sólo tengo dos ejemplos, pero deberían éstos demostrar que la variación cromática es una cualidad encomiable en las personas.